CLICK HERE FOR THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES »

lunes, 28 de agosto de 2006

Te invito un café?

...En muchas ocasiones tenemos la imperiosa necesidad, de conversar nuestras cosas con algún amigo, de hacer algún negocio o simplemente reencontrarnos con alguien que fue o es aún muy importante en nuestras vidas y que mejor que acompañados de una taza de café...



Esta vez yo te haré una invitación...¿ te tomarías un café conmigo?
-Lo querrás con crema o sin crema? Me dices sólo con azúcar y bien cargado por favor, bien yo lo tomaré con crema y bastante dulce.


Un café que nos permita compartir un momento en un espacio y en un tiempo en señal de un grato encuentro.
Un café que nos permita divagar por nuestras locuras , de esas que nos hacen tan bien al mencionarlas , que nos permita disfrutar su sabor a medida que va invadiendo nuestros paladares.

Qué me puedes contar después de tanto tiempo?
Me hablas de cómo está tu país, de tu salud, de todas tus cosas, de todas tus metas programadas, y muy tímidamente de tus sentimientos hacia mi, como protegiéndote de alguna reacción mía, como temiendo algún rechazo.
Te hablo de mis alegrías, de algunas dificultades en mis cosas, de este tiempo de destierros, de mi gente, de lo que quiero lograr y de mis sentimientos hacia el ser que me los provocó. Te veo incómodo pareciera, pero sólo es mi imaginación por el largo tiempo de ausencias.
Miro las tazas y pienso que siendo tan pequeñas cómo alcanzan para contarse toda una vida, para descubrirnos completamente, lanzar hacia fuera de nuestras mentes , todo lo que nos ahoga en un escenario de tarde aún de invierno, pero con los días tan soleados como la estación del amor.
Cómo no silenciar nuestros labios un instante y contemplarnos después de tanto tiempo?
Cómo no unir cadenciosamente nuestras miradas en pedazos de silencios?

-¿Te sirves otro?...está muy rico, recuerda que estoy invitando yo y no me lo puedes rechazar- te lo pregunto y sonrío.
Cuidado aún está muy caliente

Y así...continuamos escuchándonos como si recién nos hubiéramos conocido, pendientes del más mínimo gesto provocado por el otro, como queriendo retener la película y que no se escape ninguna escena, como si en el más sutil descuido nos permitiera acercarnos un poco más de lo debido, pero ambos nos cuidamos de no ser descubiertos, de no quedar expuestos temiendo desencadenar algo que si se suelta, ya no tendría vuelta atrás para ninguno de los dos y que bien sabemos de que se trata.
Reímos como locos de las tonteras, de tantas anécdotas que pasamos tanto así que la gente nos mira como en señal de silencio, pero no nos importa es nuestro momento y es nuestro café.
Aún parece que fue ayer cuando compartimos el primero en un local del centro de Santiago, ¿te acuerdas? y estábamos tan nerviosos como ahora.

-Permiso, me tomaré otro para acompañarte , uy!! Está muy caliente, lo tomaré despacito para que me alcance hasta el final de nuestra conversación.

Continuamos enredando nuestras charlas entre suspiros, miradas cómplices, risas, silencios y en un momento una unión de manos que al mismo tiempo ambos provocamos como grandes amigos que siempre fuimos, con matices alterados por nuestros propios sentimientos, pero al final...siempre amigos.
Me cuentas de tus hijos, de lo grande que están, de sus estudios, de cómo se portan, de que el chiquito es ya casi un campeón para la pelota y ríes con tanto orgullo al contarlo, diciendo...como el papá!
Y nos reímos, esa chispa nunca la perdimos , ni las ganas de conversar, es muy nuestro.
Haciendo una pausa, te miro y prosigo yo con mis cuentos, con mis sueños, esa parte que no ha cambiado.
Te cuento de mi, de mis cosas, planes, trabajos, de mi perrita y de lo mucho que me quiere. Te cuento de mi familia , de cómo están , de cómo piensan y miles de cosas más presentándose muy sutilmente algunos rasgos de melancolía en mi rostro al recordar tantos momentos juntos.
Te veo distinto, tienes algo especial, otro brillo en tus ojos, como contento incluso hasta la piel más tersa, que bien te hace este tiempo.
Y tú también haces lo tuyo contemplándome y llenándome de palabras que muchas veces callaste y que en este momento las siento tan diferentes y tan llenas de sentido.
Me ves distinta, pero soy la misma desde hace ya doce meses, quizás el tiempo también me entrega lo suyo y me hace entregar otra luz.

-Ya casi acabaste tu taza, espérame ya te alcanzo soy más lenteja que tú, no quiero perderme la última parte de este encuentro.

Es que ya nos hemos tomado dos cafés y nos tomaríamos muchos más, pero el tiempo ya no alcanza. Tú debes partir a tus compromisos y yo... a lo mío ,es inevitable.
Te agradezco que aceptaras mi invitación y también el hecho de poder acercarnos un poco más y compartir un rato espectacular; me divertí muchísimo, sabes como hacerlo y yo como seguirte.
Nos despedimos con un abrazo interminable y otra vez nuestras miradas tomando palabras propias como diciéndonos- sigan así, no se suelten, no se separen nunca más nosotras podemos esperarlos-, pero tú y yo no podemos, ambos tenemos nuestros rumbos...tal vez uno más rápido que el del otro, pero rumbos al final, nuestra brecha. Esas que inevitablemente necesitamos para convencernos de lo que en realidad añoramos y de que es lo justo para ser mejores y entregarle al otro.

Se sienten nuestros suspiros en señal de no querer apartarnos, pero es tarde ya, momento en el cual aprovecho para hacerte mi última pregunta antes de verte partir......algún otro día ¿ me aceptarías otro café?

0 comentarios: