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miércoles, 4 de octubre de 2006

Hacernos el amor

...esa sublime sensación que nos eleva más allá del cosmos, cuando nuestros karmas se funden más allá de la vida terrenal; esa pureza de sentimientos sólo cuando... nos hacemos el amor


Hacernos el amor ... hacernos el amor es como estar naciendo. Es amanecer en todo el cuerpo. Es no tener pasado ni recuerdos. Es ceñirnos a la piel que enguanta la carne estremecida, el grito, el mar bravío, las rítmicas oleadas de la sangre, la enervante oscuridad de los abismos, las barcas sin amarra, la lava del volcán, el rosal florecido, la voz ronca que murmura palabras sin sentido.

Es replegar las alas y acortar los vuelos, aplastar violentamente la tierra con nuestro peso.
Es circunscribirse exactamente a los límites de nuestro propio dibujo, sin salir ni un milímetro de ese contorno que todo lo aprisiona y lo contiene.
Que entren las explosiones, no que salgan.


Que los caminos huyan hacia adentro. Que el deseo sea red de trama muy cerrada que no permita que los peces huyan. Que los aprisione, vivos, en movimiento, relucientes. Que haga bajar las estrellas, que las estrellas pongan luz en cada célula.
Que el cielo baje, todo el cielo. Y que el infierno suba y crezca, como un bosque brotando lentamente en ese cielo.


Hacernos el amor es estrenar las ansias, es convertir caricias y los cinco sentidos en algo nuevo, nunca antes usado. Es abrir a golpes de machete un camino en medio de la selva enmarañada, acelerar la savia de las plantas y agigantarlas.
Es ver por primera vez. Oír por primera vez. Tocar por primera vez. Oler por primera vez.
Sentir por primera vez el gusto agridulce de la transpiración y los jazmines. Que cada vez sea la primera vez, como un ciclo que empieza, como comienza el día y como comienza las cuatro estaciones.


Hacernos el amor es multiplicar por dos todo lo bello, lo mágico, lo bueno, lo creativo. Y es dividir por dos todo el dolor. Es darlo todo y esperarlo todo.
Es tener la generosidad más exagerada y a la vez el egoísmo más atormentado. Es que el yo sea tú, y tú el yo, y ambos sean sabios, sepan de qué manera y con qué ímpetu se puede lograr la unidad perfecta. Cuáles son las palabras del karma secreto que les salvará la vida, que les disolverá la angustia y el miedo.
Es la sed del desierto interminable. Y es, de pronto, la jugosa fruta que la sacia. Es ser cántaro y canto, playa quieta y tormenta, lámpara y relámpago. Suavidad de seda, aspereza de tronco, huracán y silencio. Juego sereno, caballo desbocado, vértigo. Escalar altas cúspides.


Descender hasta el fondo del océano. Marearse entre nubes y medusas.
Es explotar el otro cuerpo viéndolo hermoso, aunque no sea hermoso, porque lo que lo vuelve hermoso es lo que se siente, lo que hace vibrar, estremecerse, lo que te hace sentir, lo que te brinda. Hacernos el amor es vencer a la muerte, relegarla, perderle el temor y el respeto.


Es concentrarse en el sentir del otro como el verano se concentra para hacer frutas. Es ser un puerto al que los barcos llegan. Es el camino que nos trae de regreso.
Es creer y quitarse de encima las costumbres y los perjuicios para poder ser otra vez niños.
Es poner las dos manos para detener todas las flechas que fueron disparadas. Saber que la puerta está abierta, pero nos quedamos. Y nos quedamos porque el amor nos necesita y lo necesitamos, porque el encuentro de dos seres que se aman es el verdadero milagro, el más difícil, el más importante.


Hubiéramos podido cruzarnos por ahí sin vernos, mirando hacia otro lado, distraídos...
O haber pasado a diferentes horas por el mismo lugar, o no haber pasado nunca... y no nos hubiésemos encontrado. Tuvo que haber un "algo", un mandato divino, una muy bien estudiada casualidad, para que, entre los cientos de millones de habitantes del mundo, tú y yo coincidiéramos en el mismo lugar al mismo tiempo.


Y que tú supieras y que yo supiera. Para que alguna vez los dos supiéramos... alguna vez, quizás, que hacernos el amor es siempre un estreno, como enamorarse, y no subir y volar a las estrellas, sino traerlas a nuestra geografía imperfecta, para que las estrellas produzcan el luminoso incendio, el fuego purificador que transforma la carne en todo el cielo...


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mujer amada mía,quiero expresarte toda mi devoción y toda mi admiración inagotable por ser tú Agualuna la diosa maravillosa que arde en mi corazón.Cada escritura tuya me une más a tu mente y a desearte imperiosamente líndisima.
Te idolatro
Rodrigo

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el post tan bien inspirado, y por las bonitas fotos.. Ánimo bella cariza que tus letras sean bien aprovechadas. Besos:
gabriellaguna@wanadoo.es (MSN)

Graciela L Arguello dijo...

excelente post, felicitaciones agualuna, un beso Graciela