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domingo, 13 de mayo de 2007

Con olor a café


Hay aromas que nos transportan y nos hacen revivir tantos y tan felices recuerdos...











Detenida en la ciudad, por el cotidiano tráfico vehicular santiaguino, observo cada gente que camina ,cada árbol ensalzado en cada pedazo de tierra entre el cemento, cada tienda por la ventanilla del bus en que viajo, mostrándome un panorama aún sombrío por la lenta llegada del sol y así casi por magia, acabo de entender y comprender que todo pasa por algo.

Miro como amanece en la ciudad y caminando por calles ya recorridas en pasados tiempos, un suave olor me transporta a otro tiempo, a otros momentos, a otros recuerdos; un delicado aroma a café me trae a la memoria al ser que tanto amo, con el que compartí tantos momentos y que tan alejado está ya de mi lado y de mi suelo.

Me transporto a las caminatas eternas, de tardes primaverales , de noches colmadas de luces y de conversaciones alternadas con silencios cómplices bajo los cielos de este gran Santiago.

Esas reminiscencias de “algo”, de recuerdos infinitos y todos tan felices. De atardeceres más nuevos que los de hoy, en los que camino sola , acompañada con mi sombra, con todo mi Yo, volando con la mente al lugar en donde se encuentra él, para tratar de hacerlo presente aunque sea en mi memoria.
Solamente deseo continuar mi viaje a pié y encontrar de dónde proviene tan delicioso olor, para reencontrarme nuevamente con él, para saborearlo y recordar su exquisito sabor.

El sol de otoño saca a relucir poco a poco sus tibios rayos, impregnando cada rincón de la ciudad con su tibieza y su luz , dando origen a un nuevo día de trabajo y de vida humana.
Hace frío aún, y mis pasos dejan las huellas en el húmedo suelo.
Voy buscando por calles y veredas ese perfume a granos frescos recién molidos, como quien busca embriagarse con los aromas más exquisitos, como ese olor a mar, fuerte y sutil a la vez.

No me he equivocado, y de tanto caminar magnetizada por esa pócima ya en calle Huérfanos, llego al lugar que emite tan delicado aroma; un local pequeñito con un nombre de origen caribeño, colmado de mesitas y de algunas personas mayores que me miran fijamente al entrar.

El frío no se siente ahí dentro , está exquisito y el aroma a café envuelve todos los rincones, con las más variadas esencias y tipos,emanadas de sus vapores.
Busco en el segundo piso un lugar para mi, cercano a una ventana para degustar los recuerdos que allí viví un día de invierno, prácticamente ya un poco menos de un año, justamente con ese hombre que se llevó mi alma y mis pensamientos en su maleta.
Enciendo mi cigarrillo, mientras espero al muchacho que atiende:- Un café con crema por favor- es mi pedido, disfrutando mientras tanto al máximo el exquisito elixir que humea desde las pequeñas tazas.
-Aquí tiene- , me dice , agradeciéndole su servicio y a penas siento el calorcito que emite mi pequeña taza, comienzo a dibujar recuerdos con cada sorbo que coloco en mi boca. Tratando de volver a rehacer el momento que vivimos , las miradas, y las palabras llenas de sentido que dejamos volar aquel día y que hoy llegaban a mi memoria.
De un momento a otro, tomo entre mis manos la pequeñita taza para abrigarlas, uff! está hirviendo, y no pude evitar que de mis ojos rodara una lágrima dulce y salada cayendo dentro de ella.

Fueron sentimientos encontrados; alegrarme al saberme en el mismo lugar que ya casi un año atrás conocía con ese hombre que adoro ; pero de igual manera, entristecerme con el sólo hecho de no poder estar con él y compartir un rico café, como lo hicimos.

Mis manos transpiraron, un escalofrío recorrió por unos instantes mi piel, mi mente se trasladó lejos, mi respiración se agito, mis ojos se empañaron al escuchar detrás de mi, una voz peculiar y tan familiar, con ese acento tan conocido para mi y tan típico de él y con una risa tan agradable, algo nerviosa y entrecortada.

Me sentí desvanecer al imaginar lo que estaba suponiendo, y dije no!! No puede ser, pero cómo? Y seguidamente sentí como el calor de su cuerpo se apegaba a mi espalda y de cómo sus largas manos se apoderaban de mi cintura.
Estaba inmóvil y no podía creer tan grande sorpresa, hasta el perfume de su piel se impregnaba en mi pelo, que mezclado con el aroma de mi taza , hacían el perfume afrodisia co más espectacular que he olido.

Mis lágrimas, ahora si que derramaron su caudal, de interminable alegría, confundiéndose con el café de mi taza. Pensaba en la perfección del momento, en un espacio delicioso sólo para nosotros, en la sorpresa que me estabas regalando, en la felicidad de tenerte otra vez acá conmigo; en recordar la felicidad que irradiábamos cada vez que estuvimos juntos porque no nos faltaba nada, tú y yo éramos todo y todo el resto sobraba ohh!! Qué delicia!!

Sin embargo al voltearme, todo se desvaneció, nada fue real, simplemente porque mi mente creó en su desesperado afán, toda la escena. Creó caprichosamente hasta lo que estaba sintiendo mi cuerpo; el sonido parecido de su voz, que en realidad provenía de un señor que conversaba amenamente con su señora al rededor de sus tazas de café.

Y justamente fue ahí cuando no pude más y eché a llorar como una niña al quitarle su muñeca preferida, ahogando mis suspiros para que nadie se percatara, para que nadie me preguntara que me pasaba.
Mi café ya estaba casi frío con mis lágrimas, pero había algo más que lo enfriaba , el sueño arruinado, la ilusión apagada, la presencia inexistente y que por un instante me hizo estremecer nuevamente como siempre me pasó al estar cerca de él.

La horas se han ido pasando velozmente y debo volver a mi rumbo inicial, a mis compromisos en esta selva de cemento santiaguino ,de cielo oscurecido por el smog, que como todos los años, trae consigo más restricciones vehiculares y preemergencias.
Termino mi café y con él, mis más hermosos recuerdos. El último sorbo me sabe al último beso que le di el último día cuando regresaba a su tierra.

Cancelo, y miro por última vez el espacio en el que permanecí, levanto mi vista y observo el sol como va reflejando sus rayos en las frías paredes de las altas construcciones. Como todo lentamente se va iluminando; como la gente camina rápidamente a sus labores, tal como lo hicieran cientos de hormigas obreras en su sub-mundo.

Pero el aroma no me deja, es inevitable como me sujeta y no deja a mi mente descansar; despegarme de este momento, de pensar de que todo “por qué pasa”, de que todo hoy debía de pasar así. Porque el sentir no se olvida, porque lo que se vivió está impregnado en mi piel como si hubiese sido ayer. Porque el amor que siento es infinito y no lo gasta ni la más extensa espera, porque los sueños se pueden hacer realidad como el tiempo que ahora envuelve esta mañana fría y que me enfría a mi también.

Sin embargo, hoy entiendo que los tiempos regresan, que los recuerdos están latentes , que el sólo sentir el suave aroma a café recién molido, me trasportará al más dulce y codiciado rincón que disfrutamos, para reencontrarnos nuevamente y sentirnos más cerca aunque sólo sea así ahora; a la distancia, detrás de interminables montañas.

La mañana ha comenzado a brillar y con ella llega el sueño de volver a hacerlo todo real. Ya quiero que el mañana llegue pronto para disfrutar ese café caliente , pero acompañada, acompañada con el amor que calma mis anhelos, con ese amor que tanto deseo y que el tiempo se llevò al otro lado del infinito; con ese amor con olor a café...
Cómo lograr que así sea?

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